Otra reflexión vacía
Hoy vuelvo a escribir. Sin respuestas, como siempre, pero también sin preguntas, cosa rara. Hoy no quiero escribir de forma rebuscada, ni pretendo llegar a tocarle la fibra sensible a nadie. Hoy estoy cansada. “¿Cansada de qué?”, me pregunto. “Cansada de estar cansada”, me respondo. Estoy cansada de los noticieros, de sus noticias sensacionalistas y repetitivas. De sus maneras de controlar a la población, de ver que vivo entre autómatas a los que rige la puntualidad y la rutina. Estoy cansada de que hablen de inmigración, de permanecer impasible cuando la TV habla de personas ilegales. ¿Quién puede tener los cojones de hablar de progreso cuando hay gente que duerme en la calle, entre castillos de cartón? ¿Cómo se puede ver a la gente sonreír de manera tan gratuita cuando no hace ni una semana que un hombre de origen rumano se prendió fuego a lo bonzo ante su mujer y su hija (y los noticieros aprovecharon para, sin avisar de que podían herir la sensibilidad, empezar con tan crudas imá