Otra reflexión vacía

Hoy vuelvo a escribir. Sin respuestas, como siempre, pero también sin preguntas, cosa rara. Hoy no quiero escribir de forma rebuscada, ni pretendo llegar a tocarle la fibra sensible a nadie. Hoy estoy cansada. “¿Cansada de qué?”, me pregunto. “Cansada de estar cansada”, me respondo.
Estoy cansada de los noticieros, de sus noticias sensacionalistas y repetitivas. De sus maneras de controlar a la población, de ver que vivo entre autómatas a los que rige la puntualidad y la rutina.
Estoy cansada de que hablen de inmigración, de permanecer impasible cuando la TV habla de personas ilegales. ¿Quién puede tener los cojones de hablar de progreso cuando hay gente que duerme en la calle, entre castillos de cartón? ¿Cómo se puede ver a la gente sonreír de manera tan gratuita cuando no hace ni una semana que un hombre de origen rumano se prendió fuego a lo bonzo ante su mujer y su hija (y los noticieros aprovecharon para, sin avisar de que podían herir la sensibilidad, empezar con tan crudas imágenes su jornada)?
Estoy cansada de los futbolistas, de los políticos, de los toreros, de las modelos… Estoy tan cansada que no tengo fuerzas ni para odiarles. Pero por suerte eso es una ventaja, pues pienso que ni siquiera merecen que se les odie.
Estoy cansada de tener cuatro o cinco libros a mitad leer en mi mesilla de noche, de ver que no les presto atención y de que pasan los días y voy perdiendo las ganas de leerlos.
Estoy cansad de despertar cada día y descubrirme rodeada de extraños. De levantarme cansada sin haber dormido muy bien……
Estoy cansada de tener que refugiarme en recuerdos del pasado. Cansada de buscar mi rostro entre fotos antiguas para ver cuándo fue la última vez que sonreí.
Estoy cansada de que me miren por la calle, de tener que cambiar de acera para evitar las tiendas y centros de estética de los que está plagada mi ciudad.
Estoy cansada de tener en mente esta furia, de que mi interior albergue esta fiera que no sé cuándo ni por dónde va a salir. Cansada de tener que ser diferente, de no poder volver atrás. Cansada de pensar qué hubiera pasado si no hubiera descubierto la música protesta, si no tuviera la manía de escribir para desahogarme. Cansada de pensar quién sería si no hubiera vertido mis lágrimas sobre el papel.
Estoy cansada de soñar con ser feliz e ignorante (¿se puede tener lo primero sin lo segundo?).
Estoy cansada de tener que salir a la calle con el mp3 a todo volumen castigando mi mente, en un esfuerzo inútil por no verlos no oírlos y sentir la tranquilidad.
Hoy no quiero decir nada. Estoy cansada de mí mismo, de mis palabras y del mundo. ¿Para qué poner nombre a las épocas, para qué celebrar el fin de año, para qué llevar un reloj encima las 24 horas del día y pasarnos 18 horas de ellas mirándolo embobados y andando con prisas? ¿Para qué si seguimos llegando tarde, para qué si ni siquiera llegamos…?
En fin, tampoco les descubro nada nuevo. Quería escribir, sacar la cabeza a la superficie para coger aire antes de volver a sumergirme en esta mierda. Llevaba mucho tiempo sin escribir, pero lo considero fundamental para mantener cierto equilibrio en mi vida. Doy gracias a Dios de no haber nacido en EEUU, cualquier día que me pillara cabreado con el mundo (cualquier día entonces, a secas) saldría a la calle con un fusil a descargar mi ira. Fusil que me hubieran regalado al crear una cuenta de ahorros en un banco (vean Bowling for Columbine si no me creen).
He llenado de tinta un folio, por las dos caras, y me invade la sensación de haberlo malgastado. Tan solo diez minutos para hablar conmigo mismo y mostrarles estas reflexiones vacías. Podría haber dicho muchas más cosas y mejor redactadas, pero estoy cansada. Además….. ¿hubiera servido de algo?

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