LOS ARMARIOS....
El interior de las personas es como un armario, más o menos lleno, más o
menos ordenado. Hay armarios que, con solo abrirlos una rendija, dan ganas de
salir corriendo... Desordenados, polvorientos, adueñados por las polillas.
Otros que no guardan muchos tesoros, pero sí recuerdos maravillosos.......Los
que están bien ordenados y perfumados son un placer…La curiosidad por conocer a
alguien nos lleva a meternos en su interior. Y las sorpresas son múltiples e
interesantes. A veces el armario tiene unas viejas puertas que no cierran bien,
está desvencijado y con la pintura desgastada. Sin embargo, no hay más que
asomarse dentro y sentirse cómodo, a gusto, porque está lleno de cualidades
bien colocadas y dispuestas a ser compartidas. En otras ocasiones, el armario
está hecho de ébano y marfil y sin embargo al abrirlo ahuyenta... Telarañas,
polvo y rencores amontonados en los estantes, esperando a contagiar a quien se
acerque. El hábito no hace al monje. La esencia está detrás de las puertas de
los armarios, no afuera. Y a veces, cuando la persona es muy transparente, con
un pequeño estante basta. Todo al descubierto, lo mejor y lo peor, sin
maquillaje ni puntillas. Lo que es cierto, es que por mucha pereza que nos dé,
no queda más remedio que hacer limpieza de vez en cuando. Tirar los malos
recuerdos, los hábitos poco recomendables, los defectos y rencores.......Y dar
paso a los saquitos de lavanda y romero, a los membrillos y la hierbabuena...
Al buen humor y la esperanza, la sonrisa y la solidaridad, la compasión y la dulzura….
Yo limpiare mi armario tú que esperas¡¡¡
Excelente metáfora.
ResponderEliminarEn ocasiones necesitamos que alguien llegue abrir las puertas de ese armario, sin huir y ponga orden por nosotros. Aunque sepamos que sobra o que falta, siempre es bueno recibir ayuda.